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No sólo de «usaurios» vive la informática

20/12/2012 Deja un comentario

Hay muchas veces que si no fuese por los «marditos usaurios» los informáticos no tendríamos trabajo. Y no lo digo por la obviedad de que si no tenemos a alguien que use o aproveche nuestras aplicaciones no tendría sentido desarrollarlas, no.

A lo que me refiero es que hay veces que nuestro trabajo consiste, casi exclusivamente, en arreglar lo que rompen los usuarios bien porque la aplicación no está suficientemente cerrada (ninguna lo está, y la que se hace completamente cerrada, piden abrirla para las «excepciones», y luego pasa lo que pasa, claro) o bien porque les gusta mucho pulsar botones que a un niño un juguete de Fisher-Price.

Pero hay otras, por suerte no muchas, que el trabajo nos lo generamos nosotros mismos. Y esto no está mal del todo. El problema viene cuando el «marrón» pasa de unos a otros. Y ya si salta de empresa o el generador del marrón ya no está localizable, puede alcanzar dimensiones nada agradables.

A lo que venía todo el rollo anterior es que, leyendo la noticia de por qué Microsoft decidió eliminar el Pinball de Windows Vista en adelante, me he acordado de dos situaciones que fueron estresantes, aunque con el paso del tiempo (como si fuesen rocas erosionadas) se han visto limadas y redondeadas.

La primera, nada más enfrentarte a ella puede parecer graciosa, pero cuando tienes que pelearte con ella durante un tiempo y con fechas cerradas, puede ser muy estresante: El anterior programador decidió que todos los nombres de variables y objetos, en lugar de darles un nombre lógico (vistaUsu para una vista que recoja los usuarios, por ejemplo) dejó volar su imaginación y, respondiendo a la llamada interior de lo que me imagino que sería su profesión soñada, les puso nombres de animales. Así tenías  a un perro y un gato, una rata daba una vuelta por ahí mientras que los caballos, las vacas y toros se sentaban a ver cómo los demás jugaban.

Pero si la anterior puede parecer graciosa, ésta es directamente para colgar de los pulgares al jodío que la perpetró. Porque la única explicación posibles es que quisiera hacer imposible para el resto del mundo que entendiesen lo que los programas hacían. Y para liarlo lo más posible, cual ofuscador, lo que se le ocurrió a la criaturita fue coger todas las variables, objetos y todo lo que pudiera ponerle un nombre y llamarlo temp1, temp2, temp3,… tempn, independientemente de su «categoría». Mortal. Era casi imposible de seguir, no digamos cambiar algo y buscar posibles implicaciones.

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Falta proactividad

17/03/2011 2 comentarios

Juan Gómez Pérez, consultor de «Prais Guaterjáus an Cúper»(P.G.A.C.), fue detenido ayer en las oficinas de esta empresa por «desafiar a los directivos, al utilizar en repetidas ocasiones un correctísimo español en su labor profesional», según consta en la denuncia presentada en la comisaría madrileña de la calle de la Luna.

El detenido, según los testigos, habría provocado diversas escenas de terror lingüístico entre sus compañeros. Los problemas comenzaron en abril, cuando Gómez Pérez llegó a la empresa e insistió en poner Jefe de producto en su tarjeta de visita, en lugar del ‘Product Manager’ que aparecía en las de sus compañeros.

«Desde el primer día nos extrañó su actitud», comentó Francisco de Borja Acebo-Guindaleda y Álvarez de Las Asturias , Account Manager (director de cuentas) de PGAC, pero nunca creímos que fuera a reaccionar con la violencia verbal con que se despachó después».

Un mes más tarde, durante la presentación del catálogo comercial, Gómez Pérez proyectó sobre una pantalla varias láminas que mostraban rótulos escritos en un perfecto castellano, mientras comentaba en voz alta los gráficos y cifras de la empresa en un discurso totalmente desprovisto de anglicismos.

Ante los ojos de sus compañeros -«horrorizados», según su propio testimonio- desfilaron varias decenas de frases escritas en la lengua de Cervantes sin que el consultor mostrara ningún pudor o vergüenza por lo que estaba haciendo. «El catálogo de la empresa había sido traducido y, por lo tanto, manipulado», aseguró el Managing Director (director general), Juan Jacobo O´Callaghan García-Carrizosa de Fontejudo: «Este sujeto había sustituido todos los ‘markets’, ‘targets’, ‘inputs’, ‘slides’ y ‘sponsors’… por mercados, objetivos, entradas, diapositivas y patrocinadores y otros varios que fueron apareciendo.

«El resultado fue que no entendíamos nada de la presentación, provocando el desconcierto general». Además, y según consta en la denuncia, el detenido habría cambiado las palabras ‘outsourcing’, ‘finances’ y ‘transactions’ por subcontratas, finanzas y transacciones. «Y se había quedado tan ancho; hasta ahí podríamos llegar», comentó indignado el responsable de PGC.

Gómez Pérez no pudo terminar su presentación, pues fue reducido por dos compañeros de la empresa -el Phone&Door Manager (recepcionista) y el Security Surveillance Officer (vigilante jurado)- y maniatado hasta la llegada de la policía municipal, que puso al consultor a disposición judicial. «Lo ha hecho para provocar»,
comentaba ayer Ramón María Antúnez de Biedma y Fernández-Malvarrosa, consultor de PGC, refiriéndose a la actitud de Gómez Pérez.

« ¿Quién se cree que es?, ¿un Vicepresident (subdirector)? No se puede ser tan hortera.», concluyó el Manager’s Ball (pelota del director). Debe tratarse de un morning-singer de three to the quarter

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Proyecto Entregado

12/07/2010 Deja un comentario

Conversaciones entre un programador y un comercial:

– Oye, comercial, que me parece que el proyecto este tiene un error.

– ¿Cómo un error?

– Pues eso que pasa cuando algo no funciona bien

– Pero si era de lo más sencillo.

– No, puede parecer sencillo, pero no lo es tanto. El caso es que tiene un error.

– ¿Pero se le ha entregado ya al cliente?

– Creo que sí.

– ¿Y ha pagado?

– Y yo qué sé, si yo soy el informático. Eso lo sabrán de Administración, no?

– Espera.

(llama por teléfono)

– ¿Y ese fallo se ve mucho?

– Hombre, mucho… se ve como unas décimas de segundo.

– ¿Unas décimas? Tú calla y no digas nada

– Ya, pero…

– A callar y sigue con lo tuyo.

Y por si pasa muy rápido y no os da tiempo a verlo:

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Una pequeña modificación

07/06/2010 1 comentario

Por muy novato que se sea en esto de la atención al usaurio una cosa que se sabe es que cuando empiezan con la frase «necesitamos una pequeña modificación, un cambio de nada» lo que están pidiendo básicamente es rehacer la aplicación desde 0. Cuando no implica también cambiar los ordenadores, periféricos, mesas, sillas y tirar algún tabique.

Y es que por muy bien que vaya un día, siempre tiene que venir alguien para jodértelo. Y si va mal y estás hasta el cuello metido en el barro, se encargan de traer a un elefante para que te pise la cabeza y luego defeque encima.

Vamos a lo que vamos.

– Hola buenos días, aquí el departamento de informática, ¿en qué puedo ayudarle?

-Uy, qué contento se te ve hoy. Casi hasta me da palo hacerte una petición que tengo, pero como es una cosita de nada, te lo comento.

Tanto palo no te daría, cacho vacaburra, cuando no te lo has pensado ni siquiera durante una milésima de segundo. En flin.

– Venga, dime, que ya estoy curado de espantos.

– Oig, qué cosas tienes. Bueno, te comento. Que queremos que nos cambies una aplicación. Y como es una tontería de nada, a ver si puede estar cuanto antes.

– Pues no sé, antes habría que mirarlo. Y ver el resto de cosas que tenemos.

– Pero es un cambio muy sencillo.

– Bueno, habría que verlo.

– Es que es una nadería. Seguro que con lo hábil que eres, lo haces enseguida.

– Vale, para mañana lo tenéis.

– ¿Sí?

– Pues claro, que aquí trabajamos muy bien. Y sobre todo como ya sabemos exactamente lo que quieres cambiar, no nos va a costar nada.

– ¿Y cómo sabes lo que necesitamos que nos cambiéis?

– Pues porque me lo has dicho.

– Pero si no te he dicho qué hay que cambiar.

– Vaya, te has dado cuenta.

– Qué humor, chico. Qué humor.

– Ya, eso me dicen en casa. ¿Pero me vas a decir qué es lo que queréis cambiar?

– Mira, queremos que la aplicación esta, cuando vamos a guardar un documento nuevo, en vez del guardado que hace normalmente nos guarde una copia en nuestro pc en la carpeta del departamento y otra copia en la web corporativa, y que lo guarde con etiquetas y dentro de la categoría que corresponde.

– Hombre, tan poquita cosa no es eso, ¿eh?

– Pero si sólo es guardarlo dos veces.

– Ya, pero primero habría que ver eso de «la carpeta del departamento» qué es.

– Pues donde guardamos las cosas del departamento.

– No, si algo así ya me imaginaba, que aunque llevo aquí un tiempo, todavía no me he quedado tonto del todo.

– ¿A qué te refieres?

– Nada, nada, cosas mías. Esa carpeta, me imagino que guardaréis las cosas con una estructura, no? Que no metéis todo ahí a saco.

– No, claro, va todo en subcarpetas.

– ¿Y esas subcarpetas serán las categorías luego de la web corporativa?

– Claro.

– ¿Y en qué campos están reflejadas las categorías y demás?

– ¿Cómo?

– Que digo que cómo indicáis las categorías y las etiquetas.

– No se lo indicamos. Que lo coja del texto.

– ¿De qué texto? ¿De un campo de texto?

– Mira, casi mejor si vienes y te lo cuento con la aplicación delante, vale?

– Sí, mejor.

Esto cada vez me huele peor. Y eso que al principio no olía a agua de rosas. Me presento en el puesto de vacaburra y me dispongo para mi sacrificio en honor al Dios de los usaurios.

– A ver, ¿me enseñas la aplicación y lo que queréis hacer?

– La aplicación es esta, y lo que…

– Espera. ¿La aplicación que queréis que os modifique es esta?

– Eso te he dicho. ¿Pasa algo?

– Bueno, realmente pasa más que algo. Eso es el Microsoft Word.

– ¿Y qué? Si es un programa, podrás modificarlo, no?

– Tú has visto últimamente alguna película en la que salen hackers, no?

– ¿Qué tiene eso que ver?

– Pues que lo de llamarle con nombre y apellidos a la aplicación no es porque suene mejor. Microsoft, ¿te suena?

– Sí, son los de los ordenadores, no?

– Haré como que no he oído esa respuesta. El Word es una aplicación cerrada. No se puede modificar para cambiar su comportamiento normal y que haga otras cosas.

– Vamos, que tú de ordenadores lo justito. No será que no sabes cómo?

– Sí, será eso. Mira, vosotros seguir como hasta ahora, que lo voy a estudiar y consultar con mi jefe.

– No, es que así no podemos seguir, que tenemos que duplicar el trabajo.

– No, no es duplicar el trabajo.  El trabajo lo haces una sóla vez, lo que tienes que hacer luego es guardarlo en dos sitios diferentes.

– Pues eso, que hago las cosas dos veces. Nosotros así no podemos trabajar.

– Vale. Entonces mándame un mensaje con copia a mi jefe y al tuyo explicando la petición y si quieres puedes poner que no podéis trabajar hasta que esté hecha la modificación.

– Bueno, yo lo pongo, pero luego si tienes problemas con tu jefe yo no quiero saber nada, eh?

– Na, tranquila, que yo no voy a ser quien va a tener problemas con su jefe. Adiós.

Ni que decir tiene que cuando llegó la petición nos alegró el día. Y efectivamente, la vacaburra se acordó de poner a su jefe en copia del mensaje. Desde entonces no nos ha pedido ni agua.

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Peticiones de ná.

25/05/2010 Deja un comentario

Con el tiempo se va aprendiendo, pero al principio, cuando todavía eres un novatillo en el trato con los usaurios, éstos te la suelen colar sin que te des cuenta.

La mayoría no lo hace con mala intención. Es más, no lo hacen con ninguna intención, porque para ello se necesitaría que fuesen animales racionales en lugar de amebas con extremidades. Para ellos las peticiones que te hacen son tan normales como el respirar o el caminar.

Vamos, que igual que para respirar tienen que concentrarse y para caminar suelen tener que ir mirando al suelo y pensar en el pie que hay que mover en cada momento, para comunicarte una petición tienen que estar absolutamente concentrados en poner la palabra adecuada detrás de su predecesora, y así no les queda ninguna neurona libre para la malicia.

El caso es que hace mucho tiempo, en una galaxia muy lejana, unos usaurios me llamaron para pedir unos cambios:

– Necesitamos que cambiéis la aplicación, que no nos funciona bien.

– Lleva tiempo sin quejarse nadie de ningún otro departamento, pero bueno, ¿qué os pasa con la aplicación?

– Pues que no nos avisa si escribimos algo mal.

– Ya, pero es que esta aplicación es para registrar solicitudes y demás, no un procesador de textos.

– Pues el Word, cuando escribes y te confundes, te lo pone subrayado en rojo.

– Sí, claro, pero es que el Word SÍ que es un procesador de texto.

– Pues queremos que el programa este haga lo mismo.

– Pero esa opción ya está. Mira, ves ese botón de ahí, el que pone «Revisar Ortografía». Pues si le pulsas, te avisa de las palabras incorrectas.

– Ah, pero hay que darle. Queremos que salga según escribes, como el Word.

– Pero es que programar eso es una pérdida de tiempo, teniendo ya el botón.

– Ya, pero queremos eso. Además, no funciona bien.

– ¿Cómo que no funciona bien?

– Es que hay muchas palabras que no las encuentra bien.

– ¿Sí?, ¿cuáles?

– Mira este ejemplo.

Miro la pantalla y…

– Ya, pero es que eso no te lo va a detectar ningún diccionario.

– ¿Por qué?

– Porque son nombres y apellidos… en Euskera.

– ¿Y no podéis cambiar el programa para que los detecte?

– Pero si es que eso lo podéis hacer vosotros: Cuando pulsáis la «Revisión Ortográfica», podéis añadir la palabra al diccionario con la opción «Agregar al Diccionario».

– Que no, que no queremos tener que pulsar el botón de «Revisión Ortográfica». Además, para añadir una palabra, lo tendríamos que hacer nosotros. ¿No se puede hacer que lo añada automáticamente?

– ¿Automáticamente? ¿Qué palabras, las que detecta que están mal o sólo las que pensáis vosotros?

– No, las que queramos nosotros.

– Y al ordenador se lo decís… ¿cómo?

– No sé, no somos informáticos, pero queremos que lo detecte automáticamente.

Aunque era novato, una cosa sí que sabía: el momento en el que el usaurio entra en un bucle, es mejor salir corriendo.

– Bueno, pues proponerlo por escrito, que queréis un corrector ortográfico como el del word.

– Oye, ahora que lo dices, hablando del word…

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