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Posts Tagged ‘hermanos’

Vienen pegando fuerte

17/11/2010 Deja un comentario

Lo que por un lado es algo lógico, por otro no deja de sorprendernos.

La diablilla menor va creciendo, lo que es lógico. Pero al tener un referente tan cercano, lo hace más rápido que lo ha hecho la mayor. Me imagino que es algo normal, y creo que será así en la mayoría de los casos, pero (y esto es una opinión personal, como todo el blog por otro lado 😉 ) que al tener tan poca diferencia de edad, ese aprendizaje por imitación es más acelerado. Me explico.

Si hay varios años de diferencia, las cosas que hace el niño mayor son tan diferentes de las que puede hacer el pequeño, que es posible que intente imitarle menos, o al menos sólo en cosas en las que se sienta más o menos seguro: la forma de sentarse, cómo caminar,… cosas de esas.

En cambio, como es nuestro caso, al llevarse tan poco tiempo entre las dos, las cosas que hace la diablilla mayor son tan parecidas a las que (cree que) puede hacer la peque, que intenta imitarla en todo. Luego además si se junta con que la mayor es un poco menos atrevida y a veces cautelosa para algunas cosas y la peque se lanza a la piscina sin importarle nada (literalmente, comprobado este verano), los resultados pueden ser sorprendentes.

Por ejemplo, la mayor tardó más en aprender a andar, le costó tiempo subir y bajar de algunos columpios ella sola y cosas de esas. La peque comenzó a andar mucho antes (varios meses antes) y lo de los columpios… bueno, digamos que hay algunas madres/abuelas a las que las cuesta creer la edad que tiene. Así que claro, hay que andar con mil ojos y con las manos dispuestas para cualquier imprevisto: a este paso voy a tener más reflejos que un gato!!! Eso sí, no sé si nuestra salud va a aguantar: el otro día, decidió que estaba cansada de columpiarse, así que se quiso bajar. Pero en lugar de esperarme, se lanzó cuando el columpio iba bastante rápido. Conclusión, ella «excitada» por la adrenalina (¿a esta edad la adrenalina «trabaja»?) de saltar en el aire y que te cojan al vuelo; yo con la muñeca dolorida y un golpe en la pierna al tratar de para el columpio que venía para que no la diese.

Pero lo de ayer… La echo en la cama. Últimamente se suele dormir muy rápido, pero mucho: es meterla en la cama y en 2 ó 3 minutos puedo salir de la habitación. Ayer, al acostarla, se quedó relajada, como de costumbre. Espero los minutos de rigor para asegurarme de que se queda tranquila, y de repente oigo un sutil ruido de sábanas. Me agacho para ver si se ha destapado y arroparla y… no noto nada. No hay niña. De repente noto que una manita me da unos gopecitos en la pierna, desde atrás. La joía se había bajado sin hacer ruido (completamente a oscuras y esquivando la barrera y la escalera de la litera) y me estaba llamando, riéndose, para tener un poco de «fiesta».

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Siempre pensando en lo único

29/04/2010 Deja un comentario

Pero no, no me refiero a «lo único» para un adulto, no.

Me refiero a lo único para nuestra diablilla mayor:  el chocolate.

Situación de ayer, después de que la diablilla menor se tome el biberón de la cena. Obviamente la que habla es la mayor. Y con lengua de trapo.

– mu bien, chiquitina. Has tomado todo.

– Pedazo biberón, como una campeona. Todo todo.

– Así te lo tomas todo y luego no te duele la tripita. Que no tienes «hammme».

– Si te lo tomas ota vez así, te damos de pemio chocolate.

– que nooooo, que chocolate no puedes comer, que luego te duele la tipita

– que como te duele la tipita, me como yo el chocolate, vale?

– mamápapá, quiero chocolate.

Sí, es una conversación que se traen las diablillas. Aunque realmente es un monólogo. Pero como participan dos, aunque una de ellas sólo se ríe no será un monólogo. Si son dos, será un biólogo, no?

El enlace de razonamientos para llegar a conseguir chocolate a veces sorprende.

Y sí, la llamada de la última línea es nueva: cuando quiere algo, y cualquiera de los dos se lo podemos dar, en lugar de un amachu o papacho, nos llama mamápapá. Es más, cuando la contestamos nos sigue llamando mamapapá, sea el que sea el que contesta.

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Fuera chupete

12/04/2010 Deja un comentario

Otro de los momentos clave en el crecimiento de nuestro pequeñillo es la despedida del chupete.

Y aquí, como en otros muchos aspectos (lamentablemente) nos dejamos influir por el qué dirán y por consejos que nos dan personas que, o bien hace muchos años que no han tratado con niños (realmente, si estamos en la época de quitar el chupete, son bebés todavía) o han tratado, pero haciendo las cosas «a su manera» o siguiendo las instrucciones de talibanes nueva ventana.

Y es que no hay nada más triste que hacer pasar al niño un trauma (para ellos lo es) únicamente para que luego la abuela pueda presumir en el mercado delante de su cuchipandi, o que en la clase de pilates nueva ventana, entre dos saltos de rana encima de una pelota con problemas de crecimiento desmesurado puedas fardar con tu superamiga.

El chupete debería retirarse cuando el bebé esté preparado (llamando bebé a un niño de tan poca edad igual consigo que se le vea como lo que realmente es, por muy «maduro» que nos parezca). Siempre habrá quien te diga «pues a mi hijo se lo hemos quitado ya, y aunque al principio ha llorado ahora está muy contento sin él». Claro, por eso cada vez que os cruzáis, su hijo, ese que lleva tan bien estar sin chupete lanza unas miradas de auténtico deseo al chupete de tu hijo y, alguna vez que su madre está distraída cotorreando, se lo llega a quitar y se lo mete en la boca. Una buena respuesta para un comentario de este tipo puede ser la tajante: «Ya, pero yo a mi hijo le quiero de verdad, y no sólo para lucirle» Eso sí, es fácil que no vuelvas a tomar un café con esa familia. Lo que visto el comentario tan «sincero» de la madre igual es otro punto a favor de usar la frase.

Otro tipo de comentario que también se suele hacer es: «Si esperas a que quiera él quitárselo, va a seguir con chupete toda su vida». Vale. Si con 15 años mi hijo se va de botellón con el chupete, ya me preocuparé, pero de momento, creo que prefiero verle feliz a empezar a putearle con algo tan importante para él.

Y es que, llegado el momento, es fácil que él mismo se lo quiera quitar (eso igual es decir mucho) o que al menos, si ve a sus amigos / compañeros sin chupete oponga menos resistencia, porque «los mayores ya no llevan chupete».

Como anécdota, y por si a alguien le sirve de «truco», nuestro «adiós chupete» fue sin querer. Pensábamos empezar a tantearla, para ver qué tal se lo tomaría, para ver si ya estaba preparada, porque en breve iba a llegar la hermanita, y nos imaginábamos que así la iba a costar más. Pero como los chupetes estaban un poco viejos, compramos unos nuevos, y no eran exactamente el mismo modelo. Cuando los vio (sin siquiera probarlos) dijo que no, que no quería esos chupetes. Como los viejos los habíamos tirado, sólo tenía los nuevos. No volvió a coger un chupete. Bueno, casi. Ahora de vez en cuando coge los de su hermana y se los mete en la boca, pero más que nada para hacerla rabiar, así que creo que no cuenta.

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Celos fraternales

30/03/2010 Deja un comentario

Algo inevitable cuando se tiene más de un hijo (y a veces con uno sólo, pero con parientes y/o vecinos muy cercanos) es que surjan los roces por celos.

Como de todos los temas, hay infinidad de literatura sobre el tema, y como bien dice el nombre, hay cosas por ahí que realmente parecen novelas porque te presentan simplificaciones que no se pueden llevar a la práctica o bien te dan «ideas» de cómo llevar el problema para las que «simplemente» deberías cambiar algunas rutinas (el trabajo, por ejemplo. Qué graciosos)

Y luego está que cada niño es diferente, y aunque en general siguen unos patrones más o menos establecidos, para casos concretos cada uno es un mundo.

Un sugerencia general que aconseja todo aquel al que se lo preguntemos (y muchos a los que no pedimos opinión pero que nos la dan porque ellos lo valen. Vamos, como yo con el blog 😉 ) es que, en los primeros meses, y como el recién nacido no va a notarlo mucho, siempre y cuando tengamos cubiertas sus necesidades básicas (incluyo también hacerle mimos, cogerle en brazos y similares, no sólo alimentarle y limpiarle) nos volquemos más con el mayor, que es quien se puede sentir desplazado. También que le involucremos en tareas en las que nos pueda ayudar con su hermano, sintiéndose así más valorado.

Esta idea está muy bien (nosotros lo hemos utilizado) pero luego puede surgir un problema: que el menor acabe teniendo celos del más grande. Y es que es complicado, una vez establecidas unas rutinas para involucrar más al mayor y que se sienta más útil y acostumbrados a hacerle más caso y cuando el peque va creciendo y cada vez se entera de más cosas, cambiarlas de nuevo para «equilibrar» la atención. (jodó, que párrafo más enrevesado)

El Dr. González en su libro «Bésame Mucho» (creo, la memoria para citar no es lo mío) comenta que la llegada de un nuevo hermanito puede equipararse para un adulto como si la mujer dijera al marido: «Mira cariño, he conocido a otro hombre. Es más joven que tú, y le voy a meter también en mi cama. Pero tranquilo, que te voy a seguir queriendo igual. » Es un «pelín» exagerado, porque según ese razonamiento, no deberíamos tener más de un hijo, ya que podría suponer todo un trauma.

Al final, para los celos como para todo: paciencia. La verdad que creo que todo se reduce a eso. Pero es de lo más difícil de conseguir. Después de una noche mala porque se despiertan, madrugar, trabajar, volver a casa, los atascos,… tener también fiesta en casa puede ser un prueba muy dura para nuestra paciencia.

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