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Jungla de Bolas

31/01/2011 2 comentarios

Pero cómo sois. Sé que habéis entrado aquí pensando que iba a poner algún resumen con fotos de una peli porno o algo así. Lamento el chasco, pero de lo que trataré aquí es de los animales que suelen rondar por un parque de bolas.

Nos hemos hecho habituales de uno que no queda lejos de casa, así que más o menos nos pasa como en los columpios del parque del veranito, que en seguida sabes de qué pié cojea cada uno. Claro, siempre y cuando te fijes y tengas algo de interés por lo que pasa. Y digo esto porque lo normal (corroborado por personas de ese mismo centro) es que los padres «suelten» a sus fieras y estén a lo suyo… si es que están.

Pero de las cosas que he visto, que al final suelen ser las normales entre críos (empujones, querer todos el mismo juguete, hacerse un «fuerte» y no dejar entrar al resto…) lo de hoy me ha dejado un poco… impactado (aunque realmente me sorprendo de que cada vez me cuesta más sorprenderme). Había un niño, pequeño, de unos 3-4 años, que iba en plan «malote»: iba empujando a los demás, haciéndose sitio, y pasando el primero a todo.

Me ha llamado la atención cuando ha ido a un balancín que estaba ocupado por una niña (un poco más pequeña que él) y la ha dicho «lo quiero» y la ha intentado bajar a la fuerza. Sí, vale, esto no es muy exagerado, pero es que la niña lo estaba usando ayudado de su papá. Y cuando el padre le ha dicho que estaba la niña, que enseguida se bajaba, ha dicho que no, que se bajase, que lo quería él. Y como la niña no se bajaba, la ha pegado e intentado tirar del juguete, con el padre de la pobre chica intentando pararle.

Luego, en el tobogán y demás se ha lanzado un par de veces con los pies por delante (normal) levantados para pegar al que había bajado antes que él en la cara (ya no tan normal). Y consiguiendo su objetivo de realizar una patada voladora.

También se ha encarado con los encargados del local, sin hacerles caso, contestándoles y tirándoles cosas.

Pero la guinda ha sido cuando ha pasado y ha pegado en el culo a… una madre que estaba con su hija!!! La chica se ha dado la vuelta, se ha quedado flipada y cuando ha intentado reñir al niño, éste la ha mirado y ha pasado de ella. Después, ha pasado por detrás de otra y la ha vuelto a dar un «azote» en el culo. Y este me ha parecido peor… porque yo estaba al lado. Que la chica podía haber pensado que había sido yo!!!

El caso es que, como suele pasar en estos casos, los padres estaban de cháchara, tomando sus cafelitos, y pasando de todo.

Entiendo que estés cansada de tu hijo, que un crío no deseado por una noche loca de borrachera con «ese» compañero de trabajo con el que te vio tu marido puede agotar mucho, pero jodó, déjale encerrado en casa, y no nos hagas sufrirlo a los demás.

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Mal padre

26/10/2010 2 comentarios

No es que me considere el mejor padre del mundo, aunque tampoco creo que sea tan malo.

Pero es lo que siento algunos días cuando estoy en los columpios con las diablillas.

Hay veces que bajo yo sólo con las dos, y aunque la mayor ya es bastante independiente, todavía hay cosas con las que la tengo que ayudar, como por ejemplo a subirse en el columpio. Obviamente, y aunque estoy haciendo esfuerzos por conseguirlo, el tema de la bilocación no lo llevo muy bien, por lo que no puedo estar con las dos a la vez.

Ésto, ayudado del hecho de que la peque es bastante intrépida (por decirlo de una manera suave) y que no sé si tiene suerte o mucho equilibrio, pero no suele caerse de los sitios (eso sí, luego se puede tropezar 7 veces con una raya pintada en el suelo), ha hecho que muchas veces no esté con ella en todo momento, dejándola bastante libertad a la hora de subir y bajar de los sitios.

Pues bien, siempre (y cuando digo siempre, es siempre) viene alguna madre y/o abuela (sí, generalmente del sexo femenino, ya que los columpios y demás temas relacionados con los niños suelen seguir siendo territorio de mujeres) a ayudarla a subir o bajar de los sitios, y cuando me acerco, muchas veces me miran con una cara mezcla de reproche y condescendencia, como si pensasen «estos padres (sí, en masculino), que no se preocupan de sus hijos».

Así que tengo que llegar yo (dejando a la otra sola) para decir, como si debiera disculparme, «tranquila, que sabe subir y bajar sola». A lo que suelen responder «pero es que es muy pequeña». Si estoy con ganas, contesto algo parecido a «sí, es pequeña, pero bastante ágil, así que suele desenvolverse bastante bien».

En fin, que no sé si es que con esos temas soy susceptible, pero la verdad es que me repatea. Y más cuando soy de los pocos padres que está dentro del recinto con ellas, preocupándome no sólo de que no se hagan daño o se caigan, si no de que no molesten al resto de niños, cosa que muy pocos padres/madres hacen. MUY POCOS. Especialmente ayer, aunque eso da para otra historia.

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Animalicos

29/06/2010 Deja un comentario

Otra bonita historia sobre el maravilloso mundo de los parques de juegos infantiles.

Estando de nuevo en ese campo de batalla/laboratorio de experimentos sociales que son los columpios, aunque esta vez un tanto alejados de nuestro hábitat tradicional surgió un nuevo caso de estudio del comportamiento de estos seres chiquitillos que son nuestros hijos.

El parque donde estábamos era bastante grande, con un par de toboganes enromes, cerrados y con curvas, casi como los de un aquapark, aunque sin agua. a la diablilla mayor le gustan, ya que subiendo a esos mastodontes puede demostrar que «ya es mayor». Eso sí, como la media de edad del resto de enanillos es superior a la suya, los encontronazos y los «quita de en medio, enana» están a la orden del día. Así que en cuanto hay gente suele subir un pelín acongojada (por no decir acojonada).

El día en cuestión en el que tuve que sacar mi (generalmente tranquilo) genio, estaba mi diablilla subiendo y tirándose por el tobogán con otros niños más o menos de su edad. Pero llegaron otros mayores y empezaron a subir por el tobogán (en lugar de por las escaleras) y a gritar y a «apartar» a los pequeños. Como entiendo que, hasta cierto punto, generalmente se suelen arreglar bastante bien entre ellos si no hay adultos metiendo baza, les dejo un poco sin decir nada. Ya me empiezo a mosquear un poco cuando se tiran por el tobogán sin esperar a que se aparten los pequeños que están abajo, pero como desde arriba no se ve bien, simplemente me acerco para que me vean pero no digo nada, sólo un «venga cariño, date prisa en apartarte que bajan los mayores».

Pero lo que ya no pude aguantar fue cuando empezaron a tirar juguetes por el tobogan antes de bajar ellos: coches (grandecitos, no los pequeños de guisval o majorette), una lancha (tipo la patrullera de playmobil, es decir grande), un balón de fútbol y alguna otra cosa más. Cómo no, los tiraban sin mirar si había gente. Y obviamente, el barco le pegó a mi diablilla en la espalda. Miré alrededor y parecía que eran huérfanos, ya que no había por ahí ningún adulto responsable con pinta de preocuparse por ellos. Me acerqué al tobogán para coger a mi peque y calmarla y les dije que tuviesen más cuidado al tirar los juguetes. Se rieron y tiraron más cosas. Vale.

Cuando bajaron dejé a mi enanilla aparte y fui donde ellos a decirles que tuviesen más cuidado. Me miraron y se empezarona escaquear por el parque, riéndose. Vale. No tengo prisa. Esperé a que estuviesen a lo suyo, me acerqué por detrás y les dije, en tono suave y calmado y mirándoles a los ojos, como enseña supernannynueva ventana:

– miras niñatos, me da lo mismo lo que hagáis con vuestros juguetes, pero como volváis a tirarlos por el tobogán sin mirar y le déis a algún niño, os lo tiro todo a la ría.

Mano de santo, oiga.

Hasta que vino el abuelo de uno de ellos, que por lo visto sí que debía estar mirando, pero claro, mientras es su hijo el que molesta a otros ni aparece. Me dice a ver qué le tengo que decir yo al niño.

– Pues muy sencillo, que tengan más cuidado al jugar. Cuando tiran sus cosas pueden hacer daño a los demás.

– Ya, es que son niños.

– Sí, por eso les he avisado. Si fuesen adultos no estarían jugando en un parque, ¿no?.

– Es que hay muchos padres que riñen a los hijos de los demás, pero a los suyos no, y era para ver qué les habías dicho.

– Mire, señor, le puedo asegurar de que yo me preocupo bastante de que mi hija no moleste a los demás, porque estoy pendiente, cosa que no hacen otros.

Ahí acabó la conversación. Y es que me repatea los padres que dejan a sus animalejos que retocen en el parque porque así no les molestan, aunque estén incordiando a otros. Pero como les digas algo, saltan como resortes.

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Esos engendros bajitos

23/06/2010 Deja un comentario

Y sus familiares. Que suelen ser lo peor, y enseguida se ve que lo de «de tal palo tal astilla» es un refrán que suele acertar muchas veces.

Hoy estábamos en unos castillos hinchables que han puesto por nuestra zona. Como os podéis imaginar había unos cuantos cientos de millones de niños, y eso que están a pleno sol y con la que está cayendo no había quien aguantase. Bueno, no había quien aguantase de los adultos. Los enanillos ahí estaban dando brincos, saltando y corriendo y tan campantes. Sólo de verles casi te temblaban las piernas.

El caso es que estábamos en la cola para que la diablilla mayor se montase en uno de los castillos. Aunque realmente esa era la segunda cola que hacíamos. En la primera, después de llevar un rato esperando, cuando ya nos iba a tocar y ha visto que los que estaban dentro estaban jugando a algo que parecía una mezcla de «Pressing Catch» y lucha grecorromana ha dicho que no quería montarse, y mirando, ha visto que el otro castillo era más para niños, así que otra vez a hacer cola.

A lo que iba, que me voy por las ramas.

Estando en la cola del castillo, me fijo que por detrás están las hijas de las arpías, así que ya estoy con la mosca detrás de la oreja. Y como suele pasar en estos casos, los niños en general, intentando colarse. Pero mira por donde, que algo que nunca pensé que iba a pasar, sucedió: Le tengo que dar la razón (en parte) a la cuadrilla de las arpías!!!

Y es que en la fila había un cacho cabr*n con pintas niño. Y al angelito se le debía haber colado alguna de las mini arpías (o eso dijeron, no presté atención a quién estaba delante y quién detrás). Sea como fuere, el enano empezó a pegar a una de las niñas, pero no pegarlas normal, no. ¿Os acordáis de la pelea final de Karate Kid II?

Pues el jodío bruto la pegaba igual, con los dos puños, girando el cuerpo a un lado y a otro. Entonces apareció la madre del churumbel, y en lugar de reñirle al mierda niño ese, coge a la otra niña y la aparta de la cola y la echa para atrás. Yo pensaba que serían hermanos, por cómo trató la madre a la niña. Y luego el crió, ya con su posición recuperada por la decisión de los jueces (tengo que dejar de ver tanta F1) siguió pegando a la otra, y llamándola «colona» a la vez que le clavaba (con fuerza) el dedo índice en la cara y en el cuello. A todo esto, la madre de la perla de chaval estaba al lado y no decía nada. Yo estaba alucinado, pero como pensaba que eran hermanos, pos ná.

Pero luego llegaron las verdaderas madres de la cría, y empezaron a discutir con la madre de la bestia. Que si «a mi hija no la zarandeas», que si «ella se ha colado», que si «tu hijo se ha dedicado a darle de leches», que si «mi hijo no pega»,… Hasta tal punto que estuvieron a nada de llegar a las manos: Lo típico de señalarse ambas madres con el índice a escasos milímetros de la cara, con los siempre recurrentes «a mí no me señalas que te parto la cara», «pues tú a mi hija ni se te ocurra tocarla que te rompo los dientes», «como te acerques más, te pego de hostias»,… Sí, todo esto delante de los niños. Qué buen ejemplo.

Y quien al final paró la discusión, más o menos, fui yo. Pero no por meterme a separarlas ni nada, si no porque el malcriado se había colado, había entrado en el castillo hinchable y se estaba dedicando a dar patadas a mi diablilla. Y ésta, que cuando hay confianza no se corta, con otros niños se «apoca» y no contesta a las agresiones. Intenté parar al enano, pero nada seguía pegando patadas e intentando saltar encima de mi hija (que estaba sentada en el borde para poder quitarla los zapatos). Así que tuve que acercarme a la discusión, y gritarle (estaba tan alterada que no me oía) a la madre que «por favor controlase a su hijo, que se había colado y que estaba pegando a la mía. » En ese momento me convertí en el «ídolo» de las arpías, ya que (sobre todo una de ellas) empezó a aplaudir diciendo «ves, hay otro padre que dice que tu hijo sí que pega». El caso es que el enano siguió pegando a otros críos de la cola. Eso sí, una vez dentro del castillo, una vez se acercó a la diablilla. Hizo un gesto. Le miré y le dije: tú, ten cuidado. no se volvió a acercar a mi enanilla. A otras sí, pero a ella no. (Me había visto con ella en la cola)

El caso es que, resumiendo, si tu hijo está pegando a alguien, y como respuesta a sus actos tú haces algo parecido a la persona que está recibiendo esos golpes y luego le sacas la cara ante los demás, sin chillarle, castigarle o indicarle que lo que hace está mal, lo normal es que persista en su actitud y que cada vez vaya a más.

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La importancia de Planificar

14/04/2010 Deja un comentario

Si es importante tener las cosas bien claras, igual de importante es planificar bien para saber qué va a ocurrir en cada momento. O qué puede pasar.

El fin de semana en los columpios, triscando por los toboganes.

– Papacho, mira cómo subo.

Subiendo sin manos por la escalera del tobogán

-Sí, cariño, pero ten cuidado, eh?

Sube, se tira por la rampa, y vuelve a subir:

– Papacho, mira cómo me caigo

Pero sorprendentemente no, no se ha caído. Eso sí, parecía un tanto decepcionada, ya que su idea era que se iba a caer. En flin, que nunca entenderé a las mujeres, ni grandes ni pequeñas.

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